Un equipo internacional de investigadores ha secuenciado el genoma del diamante mandarín (Taeniopygia guttata). Ésta es tan sólo la segunda ave cuyo genoma ha sido secuenciado (la primera fue el pollo) y la primera entre los pájaros cantores. La secuenciación del genoma del diamante mandarín brinda una oportunidad extraordinaria de comprender tanto nuestra propia genética como los mecanismos que intervienen en ciertos rasgos especiales inherentes a las aves. En la revista Nature se ha publicado un artículo al respecto.
El estudio, en el que participaron científicos de veinte institutos de Alemania, Israel, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos, ha sacado a relucir que una porción considerable del ADN (ácido desoxirribonucleico) de este pájaro australiano está dedicada a la emisión y captación de melodías.
Puede que los cantos sean breves, pero el proceso que los hace posibles es profundamente complejo, puesto que en él intervienen 800 genes. Además, como sucede en los humanos (y en apenas otro puñado de animales, como las ballenas y los elefantes), las crías macho del diamante mandarín aprenden de sus progenitores cómo comunicarse (y no por instinto), en concreto del padre, puesto que cantar es una actividad casi exclusiva de los machos.
Según los autores del artículo, la descodificación del genoma de este pájaro cantor es de «una relevancia extraordinaria para las neurociencias humanas». Al haberse conservado en los humanos muchos de sus genes, el genoma del diamante mandarín es un recurso de gran utilidad para comprender nuestros propios procesos de aprendizaje vocal. En última instancia, esto podría conducir a una mejor comprensión de los orígenes genéticos y moleculares de trastornos del habla como los característicos del autismo, los derrames cerebrales, el tartamudeo y la enfermedad de Parkinson.
«Ahora podemos escrutar el genoma completo; no sólo los genes que intervienen en el aprendizaje vocal, sino los complejos mecanismos que los regulan», indicó el Dr. Richard K. Wilson, de la Universidad de Washington (Estados Unidos). «Hay capas y capas de complejidad que apenas comenzamos a desentrañar. Esta información da pistas sobre cómo se produce el aprendizaje vocal al nivel molecular más básico en aves y humanos.»
Esta nueva información también podría resultar reveladora en campos como la inmunidad e incluso la fertilidad humanas. El equipo de la Universidad de Sheffield (uno de los siete institutos británicos participantes en esta investigación) descubrió que existe un componente genético en la longitud y velocidad de los espermatozoides del diamante mandarín. Según indicó el Dr. Jon Slate, de dicha universidad: «Ahora es posible descubrir los genes responsables de estas diferencias que afectan a la fertilidad, y es probable que los mismos genes posean efectos similares en los humanos.»
La secuenciación del genoma de esta ave también ha permitido comprender más a fondo la biología y la evolución de los pájaros y ha permitido realizar comparaciones entre diferentes especies. El profesor Darren Griffin, de la Universidad de Kent (Reino Unido), declaró que uno de los hallazgos más destacados era el haber logrado desentrañar la base genética de gran parte de las diferencias que hay entre los pollos y los diamantes mandarines. «Está claro que se trata de dos aves muy distintas, pero la información que poseíamos antes sugería que sus genomas eran en realidad muy similares. Ahora sabemos a ciencia cierta que no es así.»
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