Esta primavera frecuentemente oigo a muchos criadores decir que abandonan esta afición porque la cría no va bien, así que me acorde de un relato que leí una vez. Es la adaptación de uno escrito por Emilio Fernández Román, me gusto mucho y con algunos cambios se puede aplicar perfectamente a los avicultores menores. Salvo lo esencial he cambiado totalmente el texto ya que no recuerdo como era. Pero lo considero acertado en una época del año como esta en la que todos los criadores nos quejamos de como va la temporada de cría aunque a unos nos valla mejor que a otros.
“Aquella mañana nada mas abrir los ojos me invadió un sentimiento de miedo e inseguridad, aquella no era la habitación en la que la noche anterior me había dormido, ¡vamos!, que no era mi cuarto. Me quede quieto esperando que alguien apareciese y me tranquilizara y explicara que es lo que estaba sucediendo, pero ni mi esposa ni mis hijos abrieron la lejana y ligera puerta de aquel espacioso dormitorio adornado con muebles de estilo minimalista, que por cierto siempre me habían gustado y que nunca puede tener.
Pasado un cuarto de hora decidí levantarme a explorar la situación y los alrededores a través del ventanal, no me atreví a gritar llamando a mi mujer por temor a molestar a otras personas que podrían estar durmiendo. Me acerque al cristal y vi un gran jardín versallesco con numerosos parterre al estilo d ellos Jardines del Midi. En el centro del jardín había un pequeño lago artificial y concéntrico a esta una gran pajarera a la que se accedía por una pasarela.
Distraído con estos pensamientos y notando el calorcillo de un sol radiante tarde en percatarme de que alguien llamaba a la puerta:
-da el señor su permiso- dijo un hombre de mediana edad con aspecto distinguid asomando su cabeza tras la puerta..
-Si- conteste con cierto temor, que me marco una voz que en otras circunstancias me habría parecido muy ridícula, y digna de una risa propia.
Apareció un mayordomo uniformado como yo siempre había pensado que se uniformaban los mayordomos.
-le preparo el baño mientras desayuna- dijo
-Si- le conteste mientras me dirigí a una salita-comedor adjunta al dormitorio en donde aquel hombre había dispuesto el desayuno.
Mientras disfrutaba de un desayuno por mi siempre soñado a base de huevos revueltos, panceta y riñones al jerez, acompañados de zumos y café oía como aquel mayordomo manipulaba los grifos de la bañera.
Delante de mí para leer mientras desayunaba se extendían sobre una bandeja muchas revistas de mi afición más especial y preferida. Creo que he olvidado contarles que soy avicultor menor. Allí estaba Ornitología practica, España Ornitológica que en contra de lo que yo creía se continuaba editando, Pájaros, Nuestros Pájaros, El Canario Roller, etc. Tome una de ellas y mientras degustaba el excelente desayuno le di un repaso.
Cuando termine el mayordomo me indico que pasara al baño y que el me prepararía la ropa.
El baño era por el estilo al resto de la estancia, espacioso, con griferías de diseño también minimalista y dotado de excelentes toallas calientes, sales de baño y jabones. La temperatura del agua era ideal, y eso hizo que pasara como siempre mas tiempo del normal metido en la bañera, pero agradeciendo no tener que hoy aquellas quejas de mi familia dándome prisa y pronosticando que me arrugaría, ablandaría o simplemente me escaldaría.
Salí del baño y me vestí y fue en ese momento cuando mi mayordomo me dio dos noticias, una buena y otra mala.
Extrañamente y no haciendo caso a mis indicaciones primero me dio la buena, tenia dos opciones o bajaba a la biblioteca que estaba enteramente dedicada a la literatura y temas de mi gusto como los canarios, exóticos o libros de historia y tecnología O podía ir directamente al aviario. La noticia verdaderamente era muy buena y me temo que comencé a adivinar la mala.
En mayordomo me indico que como podía ver estaba solo, que mi familia no estaba y que aquella mansión no era la misma casa en donde me había dormido el día anterior y que por tanto no era difícil darse cuenta de que había muerto.
En principio, la esperada y sospechada noticia me turbo, pero he de reconocer que pasado un poco de tiempo y salvando la añoranza familiar tampoco me preocupo en exceso, porque lo que estaba disfrutando era muy especial y había sido muy esperado por mi.
Así que pase la mañana con los libros, allí estaban todos los escritores, desde Chateloup a Pomarade pasando por el pionero Fonseca y el popular Carreras. Pero lo mejor es la gran cantidad de separatas de numerosas investigaciones que había en unos ficheros, allí estaba todo el saber de la avicultura menor.
Por la tarde me acerque a la pajarera y al aviario, la primera era de cristal y estaba adornada con plantas exóticas que servían de refugio a numerosas especies exóticas que criaban prolíficamente. El aviario tenia un excelente diseño y me llamo la atención un lavavajillas industrial en el que se introducían las jaulas y módulos para una limpieza y desinfección con agua caliente. La limpieza de los fondos de jaula era automática y basada en un lecho de sepiolita que avanzaba lentamente a acusa de unas vibraciones así que tenia ni que mancharme las manos en limpiar nada, El sistema de suministro de agua era automático y la alimentación también De hecho la mixtura y pasta era tan equilibrada y perfecta que era innecesario la administración de complementos y correctores. Había todo tipo de pájaros y parecían criar muy bien, puestas de cinco y seis huevos que nunca estaban hueros y sin problemas de mortalidad de pollos.
Por la noche me acorde de mi familia, cuanta razón tenia sabina, aquellos recuerdos podía durar quinientas noches.
Así pasaron los día y todo marchaba muy bien, además había algo que me agradaba mucho, cuando le ponía el ojo a un pájaro porque depositaba en el mis esperanzas me daba la impresión de que incluso tenia mas salud que los demás, no como en vida que al pájaro que le ponía el ojo terminaba enfermo o se lisiaba por no decir que me lo encontraba muerto una mañana sin previo aviso.
Como he dicho todo iba muy bien, así que después de unos meses me comencé a aburrir. Me faltaba algo y si he de ser claro es que una actividad sin sorpresas me estimulaba poco. Así que unas semanas mas tarde ya no soportaba el tedio de que todo marchara tan redondo, sin sorpresas de ningún tipo, sin desgracias y sin errores. Así que se lo comente al mayordomo.
-Comienzo a aburrirme, esta afición sin estímulos inesperados y donde todo esta tan bien no tiene gracia y te hace perder el interés- le dije.
-Vamos, que como esto dure mas para mi va a ser un suplicio endemoniado- apostille.
Entonces mi mayordomo exclamo.
-¡Veo que comienza a darse cuenta de donde esta!, mi nombre es Nybras y esto no es el cielo-.
Nybras es el demonio publicista de los placeres del infierno.
1 comentario:
Muy bueno. Muy ingenioso.
Gracias
Juan
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