Las aves disponen de un mecanismo o sistema de regulación que salvaguarda el mantenimiento de la isotermia. Tiene terminaciones nerviosas en la piel sensibles al frío o al calor y al aumento de la temperatura de la sangre. El centro de la termorregulación esta en el DIENCEFALO e influye sobre músculos, hipófisis y tiroides. También ejerce influencia sobre el riego sanguíneo subcutáneo y la actividad respiratoria responsable de la emisión de calor.
La temperatura corporal del canario es de 41 a 41,5 ºC y la del diamante mandarín un grado mas, los pollos oscilan entre 1 ó 1,5 ºC por encima o por debajo.
Las bajas temperaturas provocan un aumento en la termogénesis, producción de calor, por el contrario cuando aumenta la temperatura las aves deben refrigerarse y perder calor. Esto se consigue con la respiración y la piel. La evaporación del agua en los alveolos pulmonares y los sacos aéreos hace perder calor.
Cuando hace mucho calor las aves abren el pico, adoptan una postura característica con las alas y jadean para refrigerarse. Las plumas actúan de aislantes y en caso de frío evitan la perdida de calor.
En las enfermedades las aves se embolan (pujan o embotijan) y se mantienen agachadas para no perder calor, este es el primer síntoma de la fiebre o de la infección.
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